La reserva de oro más grande de Europa es uno de los muchos tesoros escondidos en España.

Se estima que contiene más de 30 toneladas de oro, lo que representa alrededor del 10% de las reservas de oro del Banco de España. A pesar de su potencial económico, la minería de oro sigue siendo un tema controvertido y divisivo en la sociedad.

La reserva, considerada la más grande de Europa, está ubicada en el pequeño pueblo de Tapia de Casariego en Asturias, escondida bajo la laguna de Salave. Exploraciones Mineras del Cantábrico (EMC) ha hecho una propuesta para explotar esta valiosa reserva garantizando que las perforaciones serán «mínimamente invasivas» y que el impacto ambiental será insignificante.

Sin embargo, los primeros meses de actividad pueden resultar difíciles. No todo el mundo está convencido de la promesa de EMC de proteger el medio ambiente y la comunidad está dividida entre quienes apoyan el proyecto y quienes se oponen vehementemente.

La oposición está encabezada por la asociación Oro No, fundada hace casi 20 años para luchar contra la explotación de los recursos minerales en la región.

Los miembros de la asociación dicen que la minería podría causar graves daños a las industrias ganadera, pesquera y turística, que son vitales para la economía local. “La gente se gana la vida con la cría de animales, la pesca y el turismo.

Las operaciones mineras harán que los metales pesados ​​contenidos en la mina afecten a todas estas industrias. Sin mencionar que el impacto en el paisaje provocará una disminución del turismo, generando una percepción negativa de la zona», dijo el representante Oro No.

Comentario con Infobae. Por otro lado, la Asociación Idoa apoya las operaciones de la mina, viéndola como una oportunidad para reactivar la economía local y evitar la emigración de jóvenes en busca de trabajo. “Es necesario localizar a la población y la mejor manera es crear una industria para que los jóvenes no se vayan a trabajar a otro lado”, explica Mada Gómez, presidenta de Idoa.

La controversia de Tapia de Casariego refleja un dilema más amplio: cómo conciliar el desarrollo económico con la protección ambiental y la preservación de los estilos de vida tradicionales.