El canto que producen estos insectos está muy relacionado con las altas temperaturas veraniegas.
Abres la ventana y el aire cálido del verano te golpea la cara. En ese momento, empiezas a escuchar el sonido que te ha seguido toda la noche: el canto de los grillos.
Lo que no sabemos es que este tono puede ser un excelente indicador de temperatura y dice mucho sobre cómo se sienten estos pequeños animales.
Los grillos machos cantan para atraer a las hembras a sus madrigueras, en realidad, estos animales sin cuerdas vocales no «cantan» en absoluto, sino que chirrían, el sonido es creado por los grillos macho al chocar con dos partes de su cuerpo: una parte dura y unas arenillas con una especie de diente.
Gracias a la luz del sol y al calor, los grillos se van energizando hasta que, recibiendo la cantidad de energía necesaria, comienzan a realizar sus tareas diarias. Por este motivo, son más activos en verano, cuando hace más calor. Así tituló el físico Amos Dolber su obra de 1897 «Cricket como termómetro», en la que estableció una ecuación simple, que implica sólo división y resta, para que permita relacionar la frecuencia de los grillos con la temperatura en el exterior.
Para entender la lógica de los científicos, necesitamos saber que el cricket está estrechamente relacionado con la meteorología; A altas temperaturas, este sonido es más fuerte y rápido, pero si hace frío, este sonido suele ser más lento y difuso. Así, Dolber descubrió que las reacciones metabólicas de los grillos se aceleran cuando la temperatura del aire exterior es más cálida y se ralentizan cuando el clima es frío.
Esto significa que si hace calor, tu metabolismo se acelerará y la frecuencia de tus vocalizaciones aumentará. Determina Cpm como el número de canciones por minuto y T como la temperatura ambiente en un momento determinado.
Para calcular la temperatura necesitas contar el número de notas emitidas por minuto, sumar todas las notas detectadas y dividirlas todas.