A través de filtros y ventiladores, se pudieron identificar 74 especies de animales al buscar ADN en muestras de aire recolectadas en dos zoológicos, aseguró Juan Enrique Romero, médico veterinario.

El ADN flotante permitió y permitirá, en un futuro, rastrear animales silvestres, incluidas especies en peligro de extinción o invasoras, sin necesidad de observarlas directamente.

El ADN ambiental (eDNA: del inglés environmental DNA) ha revolucionado la forma en que se pueden controlar, gestionar y conservar las poblaciones de animales silvestres.

En lugar de necesitar una evidencia física de los animales (escamas, pelaje, heces o incluso los avistamientos) se puede confiar, a partir de este trabajo de investigación, en la identificación de especies a partir de los fragmentos microscópicos y más aún moleculares del material genético que cae de las criaturas mientras se mueven.

El simple hecho de tomar una muestra de suelo o agua puede, sin duda, dar a los investigadores una idea de un ecosistema completo.

Pero avanzando aún más, la ciencia llegó a la conclusión que el aire también puede proporcionar el mismo nivel de información que el suelo y el agua.

Un equipo de investigadores utilizó la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), la misma tecnología utilizada en muchas pruebas de COVID-19, para amplificar la información genética en el filtro, a partir del cual se recolectaban las muestras del aire.

Mediante la metodología aplicada se puede detectar una amplia gama de la biodiversidad en condiciones naturales. De ese modo, se pudieron detectar muchas de las especies de dos zoológicos y también varias especies nativas de la zona que no los habitaban, como así también partículas identificatorias de los alimentos que allí se hallaban.

Cuanto más se acerca una especie a la extinción, más difícil es monitorearla. Es por eso que los métodos de eDNA resultan como una especie de revolución que facilita y perfecciona la tarea de la conservación de especies.