Los parques nacionales de Doñana y Tablas de Daimiel están muriendo no sólo por la sequía y la sobreexplotación de los acuíferos. Fuertes investigaciones científicas han demostrado que esta agua no sólo es escasa sino también de muy mala calidad. Es incluso peligroso para tu salud.

Expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) descubrieron niveles inusualmente elevados de productos fitosanitarios en las aguas de ambos parques nacionales, algunos de los cuales están prohibidos en Europa desde 2009, lo que conlleva riesgos medioambientales.

En muestras de agua aparecieron sustancias como clorpirifos, terbutrina y diazinón, lo que indica su uso reciente y, por tanto, ilegal.
Se trata de un estudio realizado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental e Investigaciones Pesqueras (IDAEA-CSIC), que incluye la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Centro de Investigación sobre la Desertificación. relacionado. (CIDE, CSIC-UV-GVA) tiene como objetivo evaluar el impacto ambiental de las actividades agrícolas en el entorno de estos espacios protegidos.

El trabajo publicado en la revista ChemSphere es el estudio más completo hasta la fecha sobre pesticidas en espacios protegidos en España, analizando más de un centenar de pesticidas hidrófilos e hidrófobos en muestras de agua y sedimentos. También se llevó a cabo una evaluación de riesgos para identificar posibles amenazas a la vida acuática derivadas del uso de pesticidas.

«Si bien las regulaciones que rigen los parques nacionales gozan de la mayor protección legal, los pesticidas de la agricultura cercana afectarán a los organismos que viven allí».
“De hecho, investigaciones anteriores de nuestro equipo han demostrado que la acumulación de pesticidas en algunas especies de aves del Parque Nacional de Doñana reduce su capacidad de reproducción”, continúa el investigador. El problema no es nuevo. En los últimos años, los científicos han descubierto graves problemas con la agricultura intensiva en áreas protegidas, que pueden causar grandes daños a la vida silvestre.

Otro estudio anterior del mismo equipo de investigación alertó sobre la presencia de determinados pesticidas, como la bifentrina, un pesticida piretroide prohibido para uso agrícola, en muestras de huevos de aves recogidas en Doñana. Estos resultados impulsaron más investigaciones para evaluar el alcance de la contaminación del agua y los sedimentos e identificar posibles actividades agrícolas ilegales cerca de estas áreas protegidas.

Los nuevos resultados muestran una presencia generalizada de productos fitosanitarios en Doñana y Tablas de Daimiel, aunque en el caso del Parque de Andalucía los niveles son muy superiores.
Se han detectado varios pesticidas prohibidos para uso agrícola por la Unión Europea desde 2009 en muestras de agua y sedimentos. Aunque su presencia puede deberse a la existencia de compuestos en el medio ambiente, los científicos afirman que la evidencia de ello es el descubrimiento de hasta 17 pesticidas prohibidos (como clorpirifos, terbutrina y diazinón) en muestras de agua. «uso reciente».

También se afirmó que otros productos, aunque aptos en 2021 cuando se muestrearon, no podrán utilizarse a partir de 2022, como la oxadiazona o la ciflutrina y otros.
«Es importante realizar más estudios de este tipo que nos permitan comprobar si los nuevos compuestos introducidos en el reglamento de 2022 han sido retirados y, en caso contrario, si lo serán», subrayó Eljarrat. Yolanda Pico, coautora del estudio e investigadora del CIDE, resume: “La tabla de Doñana y Daimiel muestra el impacto de las medidas fitosanitarias aplicadas a los cultivos del entorno sobre la salud del suelo”.

“En muchos casos, esta contaminación ha demostrado que puede ser peligrosa para la fauna acuática y, sobre todo, tiene el potencial de afectar significativamente a la biodiversidad”, añadió Pico. Otro dato interesante es la detección de mayores niveles de contaminación en algunos puntos con menores caudales en el momento del muestreo. “Esto demuestra que la escasez de agua provoca un aumento de las concentraciones de contaminantes”, afirma Miguel Ángel Bravo, conservador del espacio natural de Doñana y coautor del artículo.