Según recoge el informe ‘Barómetro de la Soledad no Deseada en España 2024’, una de cada cinco personas se siente sola. Este problema afecta especialmente a la población femenina y a las personas con problemas de salud mental.

En España, una de cada cinco personas se siente sola involuntariamente, y para seis millones y medio de personas esta situación dura dos años o más. Mientras que el 20% de la población admitió sentirse sola en un grado no deseado, el 13,5% padecía soledad crónica. Además, la soledad afecta principalmente a las mujeres (21,8% frente al 18% de los hombres), personas con problemas mentales y personas con discapacidad.

Estos datos surgen del último informe de Fundación ONCE y Observatorio AXA Fundación SoledadES “Barómetro de la soledad no deseada en España 2024”. Las investigaciones muestran que el 49,3% de la población ha experimentado una soledad severa en el pasado.

En la presentación del informe, Pablo Bustinduy, ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, abogó por la creación de «redes de amistad, vecindad y asociatividad que puedan garantizar la estabilidad» sin que provoque discriminación. El ministro afirmó: “La soledad no deseada puede afectar a las personas a lo largo de su vida, pero con intensidad y consecuencias variables, y la experiencia está estrechamente relacionada con el contexto en el que viven”.

Según el informe, la edad, la salud y el nivel socioeconómico son factores directamente relacionados con la tendencia a la soledad: este problema es especialmente común en los jóvenes y disminuye con la edad hasta alcanzar su nivel más bajo entre los 55 y los 74 años, aunque está creciendo de nuevo. después de 75 años.

Del mismo modo, una salud muy mala, mala o regular significa que tienes tres veces más probabilidades de experimentar una soledad no deseada. En términos de condiciones económicas, las investigaciones muestran que la tasa de soledad entre los desempleados es más del doble que la de los trabajadores (36,3% frente a 16,2%). Además, las personas con niveles educativos bajos tienen más probabilidades de sentirse solas que las personas con niveles educativos más altos. La soledad aumenta cuando no hay conexiones familiares

Si las variables económicas y psicológicas son determinantes de la probabilidad de sufrir soledad, otra cuestión importante son las relaciones con los familiares. La literatura muestra que más de la mitad de las personas que sufren soledad no deseada afirman tener menos relaciones familiares (53,3%) y amistades (63,2%) de las que les gustaría.

Como resultado, se ha demostrado que las tasas de soledad no deseada son dos veces más altas en las personas que viven solas que en las que viven con alguien, incluso cuando interactúan en línea.

Matilda Fernández, presidenta del observatorio, cree que luchar contra la soledad “debe ser una máxima prioridad de la administración pública y una responsabilidad compartida por toda la sociedad”. A nivel social, la gran mayoría (el 95% según la investigación) de las personas describe este problema como “invisible” y prevalente en los grupos sociales más vulnerables. En cuanto a las diferencias entre zonas rurales y urbanas, el estudio confirma que en las zonas rurales el nivel de soledad entre los jóvenes es muy alto, mientras que en las personas mayores esta tasa está disminuyendo paulatinamente. En las ciudades ocurre lo contrario: los jóvenes sienten más compañía, mientras que las personas mayores son las que más sufren la soledad.