Los expertos ambientales alertan de que el escaso control desde las instituciones y los pozos ilegales son igual o más perjudiciales que la sequía, las altas temperaturas y la escasez de lluvia para los acuíferos españoles.

Proteger los acuíferos es esencial para sustentar la vida en la Tierra. Puede parecer una exageración, pero representan el 99% del agua potable del planeta. Utilizamos el agua subterránea para beber, bañarnos y realizar actividades normales en ciudades y pueblos.

Además, desde 2010 está protegido por las Naciones Unidas como un derecho humano y, por tanto, cada país tiene la responsabilidad de proporcionárselo a sus ciudadanos. También es el plan B para los ríos, la naturaleza y la agricultura en caso de sequía.

Si no hay agua en la superficie, quitaremos la que hay debajo. Mantener una calidad consistente, no contaminada y adecuada es responsabilidad de todos los estados miembros de las Naciones Unidas. Esto significa que estos recursos deben ser priorizados para el uso humano, ya que utilizar esta agua para otras actividades productivas sería considerado una violación de los derechos humanos.

Por tanto, los acuíferos subterráneos son la fuente más fiable de agua de alta calidad que tenemos para garantizar el derecho humano al agua potable y al saneamiento, tanto en cantidad como en calidad. Desde 2020, España impone sanciones y multas de la Unión Europea (UE) por violaciones de calidad en estas aguas.

“Estamos en el punto de mira en Europa porque el 44% de las aguas subterráneas están en malas condiciones y corren un alto riesgo de no alcanzar los objetivos medioambientales establecidos en la Directiva Marco del Agua para 2027”. Hablamos con Irene Barros, ecologista de la consultora ambiental Soluciones Ambientales Granada S.L., filial de la Universidad de Granada.

Cabe señalar que el problema de los acuíferos en España tiene muchas causas. En primer lugar, según Greenpeace, la contaminación química por sustancias derivadas de pesticidas, macrogranjas y residuos industriales supera el 60%. Una directiva de la UE llamada Ley de Agua Potable especifica la cantidad de contaminantes específicos que deben estar presentes en los acuíferos para mantener una calidad óptima.

Otro riesgo es el estado cuantitativo de estos embalses y en este caso la falta de normativa europea. “Encontramos que el 27% de ellos estaban en mal estado porque el agua se extraía más rápido de lo que se recuperaba”. Esto se debe a la sobreexplotación de los sistemas de riego, la explotación ilegal y descontrolada de pozos y la intrusión de agua de mar en las zonas costeras.

Nos centramos en el sur de la península, donde la sobreexplotación de los cultivos de regadío y la sequía han obligado a los agricultores a extraer agua del suelo para mantener los niveles de producción. Este recurso tiene como objetivo regular el agua de los ríos, la vida silvestre y el consumo humano en los centros urbanos. A diferencia del norte de España y de la Unión Europea, el problema en esta región no es la contaminación del agua sino su desaparición.

Uno de los ejemplos más devastadores es el Parque Nacional Tablas de Daimiel. Los humedales de Ciudad Real casi se han secado debido a los pozos ilegales que drenan agua del acuífero asociado. Inicialmente se consideró sobreexplotada en 1987 y finalmente en 1994. En algunos casos, el derecho a extraer agua para fines de riego triplicará la capacidad de recargar las aguas subterráneas en su ciclo natural. Ni siquiera la declaración de sobreexplotación en el Boletín Oficial de Castilla-La Mancha, que obliga a reducir la extracción de agua, puede evitar la desaparición de este refugio natural.

El riego mediante pozos ilegales y la falta de caudalímetros no permiten un control realmente eficaz de este tipo de situaciones. El Acuífero Base de Granada se está desarrollando de forma similar. Los vecinos de esta ciudad decidieron ir más allá y en 2023 presentaron una denuncia ante la Comisión Europea.

Les pidieron que intervinieran para evitar la sobreexplotación de los acuíferos de la zona. Pero no hubo respuesta. Si nos trasladamos a la costa de Andalucía encontraremos olas blancas de efecto invernadero visibles desde el espacio. “En Granada, por ejemplo, encontramos muchas plantas tropicales”, explica Barros. “Las altas temperaturas y la falta de precipitaciones obligan a estas plantas a acumular grandes cantidades de agua del suelo.

«Esto podría provocar que la gente pierda agua durante épocas de sequía». Usar agua de un acuífero para riego no es un problema siempre que no esté contaminada o utilizada más allá de su capacidad renovable natural. Según Greenpeace, la teledetección del macizo del Guadalquivir muestra que anualmente se utiliza más del 80% del agua disponible. “Lo más notable es la sobreexplotación generalizada de los sistemas de riego y los pozos de agua ilegales en las últimas décadas. Hemos visto la expansión del olivar en la cuenca del Guadalquivir a otras regiones de España, junto con otros cultivos, por ejemplo en las cuencas del Ebro o del Guadiana”.

La Ley de Agua Potable protege los acuíferos de la contaminación química procedente de muchos tipos de actividades industriales. En este sentido, el Tribunal de Justicia de la UE falló contra España por no vigilar y controlar los acuíferos. Este país siempre ha priorizado el uso de fertilizantes y la expansión ganadera antes que el almacenamiento de agua subterránea para consumo humano.

Como decíamos anteriormente, el control del nivel del agua no está protegido por el derecho internacional sino que sigue siendo responsabilidad de cada comunidad autónoma. Sin embargo, el caso del Parque Natural de Doñana y las numerosas quejas ciudadanas como la demanda contra la Base han obligado a la UE a prestar más atención a España y a la protección de su diverso patrimonio natural. “Aunque las leyes en esta materia son cada vez más especializadas y estrictas, se estima que al menos un 22% de la población no es objeto de un seguimiento periódico”, advierte Irene Barros.

“El seguimiento que deben realizar los organismos regionales requiere de recursos tecnológicos y humanos especializados que no siempre están disponibles. Después de todo, es como un pez blanco que se muerde la cola. Debido al gran número de pozos excavados ilegalmente, el acuífero se está agotando, afectando tanto a las actividades humanas como a la producción agrícola.» El mal estado de los acuíferos de España significa que el país no puede cumplir con el plazo de la UE de 2027.

Las distintas Federaciones (especialmente la del Ebro, cuyo tramo tiene 23 m de longitud) ocultan que «no es posible recargar más rápidamente el acuífero sin un impacto significativo sobre los usuarios (sectores agrícola y ganadero) de la zona)».