El próximo domingo 16 de enero se celebrará la Jornada de Infancia Misionera bajo el lema “Con Jesús a Jerusalén ¡Luz para el mundo!”, una iniciativa de la OMP que nació en 1984

Las Obras Misionales Pontificias (OMP) de España animó a los menores y adultos a sumarse este domingo a la Jornada de Infancia Misionera, conocida como “el DOMUND de los Niños”, para seguir contribuyendo a que miles de niños “puedan nacer, crecer con dignidad, comer y estudiar”.

El próximo domingo 16 de enero se celebrará la Jornada de Infancia Misionera bajo el lema “Con Jesús a Jerusalén ¡Luz para el mundo!”, una iniciativa de la OMP que nació en 1984, y es considerada pionera en la defensa de los niños en el mundo, al adelantarse 80 años a la Declaración de Ginebra de los Derechos del Niño.

El director de la OMP España, José María Calderón, invitó a los fieles, niños y adultos, a colaborar con la Infancia Misionera, que “no es una ONG que hace cosas bonitas para niños”, sino “la herramienta de la Iglesia para que los territorios de misión cuenten con medios para atender a los niños en las misiones”.

Explicó que gracias a las donaciones recaudadas, “en su mayoría” de los niños, se pudo “apoyar proyectos de evangelización, educación y salud dirigidos a los más pequeños y sus madres” que viven en territorios de misión, “para que puedan nacer, crecer con dignidad, comer, estudiar”. 

Los “territorios de misión” son los lugares del mundo donde la Iglesia Católica está iniciando el proceso de evangelización y por eso “es necesaria la ayuda personal de los misioneros y la ayuda económica de la Iglesia universal”, indicó la OMP. 

“Para muchos niños, el único sitio donde encuentran un hogar es la Iglesia”, dijo Calderón y precisó que gracias a los fondos se ayudó al “mantenimiento de escuelas en los lugares más remotos, creación de orfanatos, atención sanitaria”, entre otras obras.

La misionera y religiosa franciscana de la Madre del Divino Pastor, Sofía Quintans, que trabaja tres años en la Operación Acogida de Boa Vista, capital del estado de Roraima (Brasil), relató que gracias a estas donaciones ella y otras misioneras contribuyen a que miles de niños refugiados venezolanos encuentren “acogida, seguridad y un futuro”.

La Operación Acogida es un proyecto de respuesta humanitaria coordinada con el Estado, la ONU y varias ONG en Boa Vista, donde la Iglesia Católica está al servicio de 13 “abrigos” o campos de refugiados, donde cada uno alberga temporalmente a entre 700 y mil personas, y los ayudan a insertarse en sociedad para llevar “una vida normal”.

Los refugiados que llegan a estos abrigos son vacunados, reciben documentos brasileños y se les ofrece la posibilidad de entrar en los campos de refugiados. Dentro de ese proceso, las misioneras les brindan acompañamiento espiritual, escucha, los impulsan a emprender y sobre todo a recuperar la esperanza, explicó Quintans. Los refugiados “nos transforman la vida”, agregó.

La misionera dijo que “tras el cierre de fronteras por el COVID-19, los venezolanos siguieron pasando de forma ilegal” a Brasil en busca de mejores oportunidades ante la injusticia social, y aún muchos viven en incertidumbre, pues “es muy difícil poder documentarles y acogerles”.

Sin embargo, precisó que para la mayoría de venezolanos, que ya llegan con tuberculosis, desnutrición y otros males, “el COVID-19 es algo más”. En ese sentido, dijo que “los venezolanos traen una mochila cargada de muchísimo sufrimiento”, en particular los niños, a quienes “les pesa mucho la situación de estrés de sus padres”.  

Los niños viven “infancias robadas”, pues “quieren jugar, pero no pueden, por la falta de posibilidades y oportunidades”, dijo. Uno de estos casos es el de “Michelle, una niña que quería estudiar, pero no podía porque tenía que trabajar en un semáforo”, agregó.

Además, señaló que en muchos casos ellos son víctimas de “la trata de niños, robo de bebés para trasplantes de órganos, explotación sexual”, entre otros males.

En ese sentido, el servicio de los misioneros muestra el rostro de Dios a los refugiados. “Se intenta crear para ellos espacios seguros donde puedan seguir jugando y aprendiendo”, sentirse “escuchados y queridos”, dijo Quintans.